martes, 22 de febrero de 2011

Una tarde en la playa

Aquella tarde volví a la playa desierta. La arena de la orilla era suave y fina como siempre, el sol, ya casi en el ocaso, era rojizo, pero aun caliente, Las olas rompian en gritos al chocar con las macizas rocas.
Vi, a lo lejos, acercarse una figura humana y me emocioné mucho al distinguirla, era mi amigo Jorge. Se sentó a mi lado y nos pusimos a hablar. El me relató sus aventuras en Grecia y los devaneos que tuvo con una muchacha polaca. Aquello me inquietó un poco pero no le di demasiada importancia, sabía que, para Jorge, aquello no significó nada. De todos modos, él comprendio mi incomodidad y dejó el tema.
Jorge habia cambiado mucho; era más alegre y seguro de si mismo, Yo en cambio me habia vuelto más pesimista, como si Jorge, antes de realizar su viaje, me hubiera contagiado su nostalgia.
El se dió cuenta del estado de mi ánimo y me preocupó.
-!Eh, pequeña ninfa!- exclamó espolvoreándome algunos granos de arena- ¿qué te sucede? te encuentro desmoralizada.
-Y, así es -respondi yo
Transcurrieron unos instantes silenciosos y Jorge volvió a llamarme por el apodo que inventó para mi, pero yo no contesté y él dejo de hablar. Sus ojos verdes se posaron en el mar y sus cabellos rubios le acariciaban el rostro.
Por mi mente transcurría un sinfin de ideas y cosas que debia contarle; pero no pude,  Nunca podia. Mire hacia el mar y apoyé la cabeza tiernamente en su hombro, Él me acaricio el rostro y comprendí que me estaba brindando su apoyo, su protección, su cariño.
- ¿Oir qué no me cuentas lo que te preocupa?  -susurro a mi oido. Yo  sabia que debía confiar en él. No lo pense más. Le explique que mis padres se habian separado y que mi padre no se preocupaba por mi en absoluto. Jorge me repetía que tenia que ser fuerte y que él estaría a mi  lado en todo momento. ¿Como puede haberlo dudado? Las lágrimas recorrieron mi rostro. Jorge me besó y me susurro que le tenia, a él, para siempre. El corazón me dió un vuelco y a partir de aquel momento experimenté una gran alegria, Ya nunca me volveria a sentir sola. El viaje a Grecia le habia hecho reflexionar sobre mi y sobre nuestro amor, Ahora, ambos estábamos seguros de ello.
El sol acababa de ponerse cuando Jorge y yo, "la pequeña ninfa", paseabamos por la playa cogidos de la mano.