domingo, 21 de agosto de 2011

Le recuerdo con sus gafas, con su eterna sonrisa, con sus ojos de soñador, con esa cara de pillo que ponia y esos tacos en asturiano, que hacia que corrieramos todos, nunca una bofetada, nunca un grito, era un ser maravilloso. Nacio en una tierra maravillosa, Asturias, pero pronto marcho con su familia a Cuba y alli se forjo como hombre, le recuerdo contando sus hazañas, su primera borrachera de tabaco, el dia que lo pillo un coche y fue a casa de "abuelita" a que le dieran algo para el susto, pero aparte de todo, y dejando a un lado, era inteligente, culto, elegante en sus formas, un hombre de mundo que se hacia querer por todo el mundo que le conocia y para mi el mejor padre, el que me enseño a ser lo que soy, una mujer.
Hoy rebuscando por los cajones de la mesa de mi despacho, han aparecido algunos escritos, escritos que el hacia para un programa de radio, cosas sobre jazz, la musica que el adoraba, porque aparte de todo lo que he dicho de el, era un melomano, un melomano que tuvo la suerte de vivir en una gran epoca para la musica y yo tuve la gran suerte de tenerlo a el contandome mil y una historias.

Este es uno de sus escritos:

Duke Ellington

Cuando los músicos de jazz logran su mayor impacto y con frecuencia crean sus obras más importantes es poco despues de los veinte años, Ellington no logró semejante precocidad. Tenia veintiocho años cuando logro crear algo de música y no empezó a tener renombre hasta cumplidos los treinta y tenia mas de cuarenta, una edad relativamente avanzada para un musico de jazz, cuando alzanzó la madurez musical, pero no murio joven; y dejó un conjunto de obras tan emocionante que para poder comprender deberiamos conocer quién fue Duke Ellington.
Su personalidad, su inteligencia, le convirtieron en el director de orquestas de jazz más potente, fue el único que sabia lo que valia cada uno de sus musicos, en los conciertos dejaba frasear a los solistas a su antojo cuando las improvisaciones llegaban al público intensamente, aunque podiamos citar infinidad de ocasiones, una de las más recordadas fue la acaecida en el festival de Newport en el año 1956, cuando Ellington anunció su versión de "Diminuendo y Crescendo en Azul", que ya había grabado en el 1937.
La orquesta no habia tocado con frecuencia ese arreglo y según versiones, el saxofonista Pau Gonsalves no podia recordar lo que debía hacer, Ellington indicó que no se preocupar: "no es más que un blues en Si bemol (en realidad en Re bemol)" dijo a su estrella "yo te guiaré para entrar y salir. Es cuanto tienes que hacer". Fue uno de los solos que aún perdura en la mente de los verdaderos aficionados al jazz, largo, potente y rico en matices, llegó al público con un entusiasmo tal, que las parejas bailaron freneticamente. Duke y toda la Orquesta, inspirados por esta reacción se dedicaban plenamente a la tarea, Gonzalves siguió sin detenerse durante veintisiete  coros con el beneplacito de su director que como siempre confiaba y sabia hasta donde podia llegar la inspiración de cada uno de sus músicos.
Su experiencia como compositor fue limitada, la música de Ellington no estaba producida simplemente por un impulso artístico, era, en cambio, producto de su personalidad consiguiendo obras muy unificadas y ahí está su resultado. De ello se desprende que, si vemos a Duke Ellington como músico de jazz, antes de como compositor en el sentido estricto, la "obra" deben ser las grabaciones, como ocurre a otros músicos de jazz, no las "composiciones";es decir, versiones escritas de ellas hechas ya sea por él o por copistas posteriores.
La mejor obra de Duke Ellington fue creada para hacer precisamente eso. Esas grandes piezas a las que que tanto amamos, fueron obras funcionales , destinadas a acompañar baile, a respaldar a cantantes o bailarines o a excitar y entretener al público.
Cuando Duke olvidó esto, cuando en vez de obras sobre los sentimientos de la gente, creo música para emular modelos del pasado, a los que en muchos casos no comprendia, en realidad, estaba perdido y su obra estaba vacia.
Esa, era una decisión que él tenia el derecho de tomar, pero que en definitiva no importa a la realidad, porque nos dejó un cuerpo de música trascendente, que explorarlo cabalmente es tarea para toda la vida, Su don para los "jazzman" fue inconmensurable, y por lo tanto sin genero de dudas será perdurable.
Murió en el año 1974 vistima de una cruel enfermedad y dejó posiblemente el conjunto de obras más importantes de la música jazz.

Félix Ruisánchez

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